Como distribuidores de material sanitario, muchos clientes se han puesto en contacto con nosotros en los últimos meses, en búsqueda de las ansiadas mascarillas y Equipos de Protección Individual (EPI).

Actualmente hay una carencia a nivel mundial de estos productos y a nivel local se ha impulsado la fabricación propia de estos productos o la importación a través del mercado Chino. Pero, ¿sabemos qué diferencias y funciones tienen? ¿Qué servicio cumplen? Vamos a intentar desgranar su utilidad y uso.

Las mascarillas quirúrgicas, las más extendidas en el mercado, siempre han tenido un uso puntual en quirófano para que el personal sanitario simplemente protegiese la higiene necesaria en clínicas y hospitales. Su función es meramente de barrera puntual pero sin protección en partículas específicas. Aunque su empleo se ha extendido, lo cierto es que no cumplen la facultad de filtrado mínimo que impida la entrada de agentes alérgenos, víricos o bacterianos. Aun así, se ha aconsejado que personas infectadas por el Covid-19 o que tengan enfermedades respiratorias lo utilicen, al menos para que no extiendan el contagio.

Las mascarillas con homologación que filtran partículas tienen la denominación de FFP, "filtering facepiece", "mascarilla filtrante" en inglés, y su graduación depende del poder depurador con la que estén elaboradas:

  • FFP1: 78% de eficacia de filtración mínima, 22% de fuga hacia el exterior. Protege de residuos no tóxicos y no fibrogénicos de polvo o aerosoles. Impide que se inhalen estos y los olores molestos.
  • FFP2: 92% de eficacia de filtración mínima, 8% de fuga hacia el exterior. Igual que la anterior ofrece protección frente a residuos no tóxicos, sí frente a elementos fibrogénicos. De esta manera, impide que inhalemos fluidos tóxicos de polvo, aerosoles y humos.
  • FFP3: 98% de eficacia de filtración mínima, 2% de fuga hacia el exterior. Actúa contra distintos tipos venenosos y tóxicos de polvo, humo y aerosoles. Es eficaz contra bacterias, virus y esporas de hongos.

Además, la mascarilla que recomienda la OMS, la N95, que no existía en Europa hasta la entrada del mercado internacional, completa el catálogo de mascarillas recomendables en utilización, situándose, en cuanto a protección, a camino entre la FFP2 y la FFP3.

El resto de opciones de protección que no cumplan estos requisitos señalados tienen una finalidad similar a taparse la boca y nariz con las manos, salvo las excepciones señaladas anteriormente.

En cuanto a los EPI, el nivel de protección sube considerablemente, puesto que su uso es recomendado en situaciones de atención primaria, en donde el riesgo de contagio es amplísimo. Es la primera línea contra infecciones de ese tipo y precisa un vestuario completo que proteja de pies a cabeza a los sanitarios que desempeñen estas funciones.

Los guantes de protección deben cumplir la normativa UNE-EN ISO 374.5:2016 y son desechables tras su empleo, aunque hay opciones de grosor que podrían aumentar su longevidad.

La ropa también exige cumplir con la norma UNE-EN 14126:2004 y, dependiendo del grado de exposición al contagio, se debe aplicar mayor o menor protección, siendo desechables como recomendación.

La protección ocular y facial también deben cumplir una normativa, la UNE-EN 166:2002, y como las anteriores, su uso depende del grado de exposición que se tenga a los agentes contaminantes, pasando de gafas de protección ocular a pantallas faciales completas cuanto mayor sea el riesgo y la hermeticidad requerida.

Lógicamente, el manejo de este tipo de equipos está reservado al personal sanitario, de investigación o laboratorios, aunque la mayor necesidad ahora mismo es de los hospitales que tienen que hacer frente a la pandemia. Ojalá que puedan conseguir todos los equipos referidos porque son las personas más expuestas al virus, y desde el colectivo de distribuidores, nuestro mayor aplauso y agradecimiento por luchar en esta guerra con medios más que justos. Esperemos estar a la altura del reto y salir airosos de esta crisis.

David Ortega Valiente es colegiado del ICAM y abogado ejerciente. Asesora a empresas en materia laboral, mercantil y fiscal.